Era una noche fría (Oom Schalk Lourens, dijo), las estrellas brillaban con ese tipo helado de luz que se ve en la hierba mojada algunas mañanas, cuando te olvidas de que es invierno, y te levantas temprano, por error. El viento era como una niña sollozando su historia de traición a las estrellas. Jan Ockerse y yo habíamos ido a Derdepoort en burrocarro. Volvíamos de noche. Y Jan Ockerse me habló de una carretera que rodeaba el pie de un promontorio que sería un atajo de regreso a Drogevlei. Total que así fue que estábamos sentados en un claro en la sabana, cerca del fuego, a la espera de la mañana. Entonces, podríamos preguntar a un cafre* por un atajo de regreso a los pies del promontorio.
“Pero yo sé que era el camino correcto”, insistió Jan Ockerse, lanzando otra brazada de leña en el fuego.
“Entonces debe haber sido culpa del promontorio que no estaba en su sitio, le contesté, ” o del burrocarro. A menos que usted también quiera que yo me crea que estoy en este momento sentado en el porche de mi casa.
La luz de las llamas bailaban con frialdad en los radios de una rueda del carro, y me alegra pensar que Jan Ockerse tiene que padecer la misma sensación de frío que yo.
“Vaya nochecita guay”, dijo Jan Ockerse, ” me siento fatal y tengo hambre”.
Esto me puso contento. Había empezado a temer que encima él estaba disfrutando. “¿Sabes lo alto que están las estrellas?” Jan me preguntó a continuación.
“No, desde de aquí no”, dije, “pero lo calculé una vez, cuando tenía un lápiz. Sin embargo entonces estaba en la meseta. Pero desde donde nos encontramos ahora, en las tierras bajas, las estrellas están más lejos. Se puede ver también que se ven más pequeñas. “
“Sí, así lo creo”, respondió Jan Ockerse “, pero un maestro me dijo una cosa diferente en el bar en Zeerust. Me dijo que los astrónomos calculan la distancia a una estrella por el número de años que les lleva encontrarla en sus telescopios. Este maestro de escuela mojó su dedo en el aguardiente y trazó un montón de dibujos y cosas en la barra del bar, para mostrarme como lo hacían. Pero una parte de sus dibujos siempre se secaban difuminándose en el mostrador antes de haber terminado de hacer la otra parte con su dedo.
Dijo que era el peor de ese tipo brandy seco. Sin embargo, no terminó sus explicaciones, porque la camarera se acercó y limpió todo con un trapo. Entonces el maestro de escuela me dijo que me fuera con él y podría usar la pizarra en el aula. Sin embargo, la camarera no nos permitió sacar nuestras copas al bar privado, y el maestro de escuela desistió casi a continuación.
“Él parece ser uno de esa nueva clase de maestro de escuela”, le dije, del tipo que enseña a los niños que la Tierra gira alrededor del Sol. Me sorprende que no lo echaran”.
“Sí, sí”, respondió Jan Ockerse, “lo hicieron”.
Me alegra saber eso también.
Parecía que había un pozo de agua cerca de donde estábamos en la estacada. Un par de chacales comenzó a aullar lastimeramente. Jan Ockerse se levantó de un salto y apiló más leña sobre el fuego.
“No me gustan los ruidos de los animales salvajes”, dijo.
“Son sólo chacales, Jan,” le dije.
“Lo sé”, respondió, yo estaba pensando en nuestros burros. No quiero que nuestros burros se amedrenten.
De repente, un gruñido profundo nos llegó de desde la oscuridad de los matorrales.
Y no sonó un rugido especialmente triste. Entonces, Jan Ockerse se puso a trabajar muy rápido con la madera.
“Tal vez será aún mejor si hacemos dos fuegos, y nos echamos a su vera, “Jan Ockerse dijo,” los burros sentirán menos miedo si ven que usted y yo estamos a salvo. Ya sabe cómo funciona la mente de un burro “.
La luz del fuego brillaba tenuemente sobre los esqueletos de los altos árboles que las hormigas blancas habían comido, y pronto tuvimos dos fuegos en marcha. En el momento en que el segundo rugido profundo llegó a nosotros, yo había hecho un fuego aún mayor que Jan Ockerse, para el bien de los burros…
Después se hizo el silencio de nuevo. Se oía sólo la agitación del viento en las ramas espinosas y el susurro de las cosas que se oyen en la sabana por la noche
Jan Ockerse yacía de espaldas y puso sus manos debajo de su cabeza, y una vez posó la mirada en las estrellas.
“He escuchado que estas estrellas son mundos como el nuestro”, dijo, “y que tienen gente que viven en ellas, incluso.”
“No creo que serían buenas tierras para el crecimiento del maíz, sin embargo, respondí,” parecen tierras altas como la de Sneeuberge, en Ciudad del Cabo. Pero supongo que sería un buen terreno para los caballos y el ganado. Ese es el problema con estos distritos de baja altitud, como el Marico y Waterberg : hay demasiadas plagas para los caballos y mucha mosca tsetsé aquí. “
“Y mariposas”, dijo Jan Ockerse adormiladamente, “ con alas de oro “.
También me quedé dormido poco después. Y cuando me desperté otra vez las fogatas estaban casi apagadas. Me levanté y eché más leña.
Me tomó bastante tiempo para despertar a Jan Ockerse debido a que mi calzado no era el adecuado y los tacones eran blandos. Finalmente se incorporó y se frotó los ojos, y dijo, por supuesto, que él había estado despierto toda la noche… Estaba tan seguro de que no se había dormido, dijo, porque había estado imaginando todo el tiempo que estaba persiguiendo moscardones por entre las estrellas.
“Y podría haberlas atrapado también”, añadió, “sólo una cosa extraña me pasó, cuando estaba saltando de una estrella a otra. Era como si alguien me estuviera pateando…. “
Jan Ockerse me miró de forma sospechosa.
Así que le dije que era fácil pensar que había estado soñando. Cuando los fuegos fueron avivados con madera Jan Ockerse, de nuevo dijo que era una noche guay, y una vez más comenzó a hablar sobre las estrellas.
“¿Qué piensas que hacen en el mar los marineros, Schalk”, dijo, “si no saben el camino y no hay otras embarcaciones alrededor para preguntar? “
Tienen todo escrito en un pedazo de papel con un montón de rojo y azul en él “, le contesté,” y hay líneas negras que muestran la ruta de Ciudad del Cabo a Santa Elena. Y las cifras dirán la cantidad de millas que faltarían si el barco se hunde. Fui a Santa Elena durante la Guerra Boer. Puedes vivir en un barco como en una carreta de bueyes. Sólo, que un barco no es tan cómodo, por supuesto.
“He oído, en algún lugar, que los marineros se guían por las estrellas” Jan Ockerse dijo: “Me pregunto qué quiere decir la gente con esto. “
Se quedó en silencio durante un rato, mirando las estrellas y pensando.
“Recuerdo una noche cuando yo estaba en el porche de Annie Steyn y le hablé de las estrellas”, dijo Jan Ockerse, a continuación. “Yo iba a transhumar con el ganado al Limpopo por la sequía. Le dije a Annie que iba a estar fuera hasta que llegaran las lluvias, y le dije que todas las noches, cuando estuviera ausente, tenía que mirar a una cierta estrella y pensara en mí. Yo le mostré qué estrella era.
Esas tres estrellas de allí, que están muy juntas en una línea recta.
Ella me tenía que recordar por la estrella del medio, le dije. Pero Annie me explicó que Willem Mostert, que había salido con el ganado a la Provincia de Limpopo aproximadamente una semana antes, ya había elegido la estrella del medio para ella recordarlo. Así que le dije, está bien, la estrella más alta de las tres servirá.
Sin embargo, Annie dijo que ésa ya le pertenecía a Stoffel Brink. Al final acepté que me podría recordar por la estrella de abajo, y Annie estaba todavía diciendome que iba a mirar a la inferior de esas tres estrellas cada noche y así pensaría en mí, cuando su padre, que parecía haber estado escuchando detrás de la puerta, llegó al porche y le dijo: ‘¿ Y qué pasa con las noches nubladas? “en lo que él suponía una pregunta astuta”.
“¿Qué pasó entonces?”, le pregunté a Jan Ockerse.
“Annie estaba muy molesta, respondió, “le dijo a su padre que siempre estaba echando a perder las cosas. Ella le dijo que no era realmente gracioso, especialmente al ser yo el tercer joven a quien había repetido la misma cosa. Ella dijo que no importa cuán locatis un joven pueda ser, pero que eso no le daba derecho a su padre a hacer bromas.
Fue bueno escuchar la forma en que Annie sacó la cara por mí. De todos modos, lo que siguió fue una larga historia. Fui al encuentro de Willem Mostert y Brink Stoffel a través del Limpopo y permanecimos juntos durante varios meses. Y debe haber sido algo inusual para un forastero ver a tres hombres jóvenes sentados alrededor de la hoguera del campamento, todas las noches, mirando a las estrellas. Hicimos amistad y, al cabo del tiempo, cuando llegaron las lluvias los tres regresamos de nuevo al Marico. Y me di cuenta, entonces, que el padre de Annie tenía razón. Acerca de la noches nubladas, quiero decir. Porque comprendí que era precisamente esta clase de noche que Annie se había fugado a Johannesburgo con un jornalero que iba a buscar trabajo en las minas. “
Jan Ockerse suspiró y volvió a sus pensamientos.
Pero con todo, el tiempo que habíamos pasado entre hablar y dormir, la mayor parte de la noche se había escabullido. Mantuvimos un solo fuego encendido, y ahora Jan Ockerse y yo nos turnábamos para echar más madera.
Hace mucho frío justo antes del amanecer, y ambos estábamos temblando.
“De todos modos,” dijo Jan Ockerse después de un tiempo, “ahora sabes por qué estoy interesado en las estrellas. Yo era un muchacho cuando esto sucedió. Y se lo he contado a muy pocas personas. A unas diecisiete personas, diría yo. Los otros no querrían escuchar. Pero siempre, en una noche clara, cuando veo esas tres estrellas brillantes en fila, miro durante un rato largo la estrella más baja, y me parece que hay algo simpático acerca de la forma en que brilla. Parece que es mi estrella, y su luz es diferente a la luz de las otras estrellas. . . y tú sabes Schalk, Annie Steyn tenía esos labios rojos. Y ese pelo largo y suave, Schalk. Y allí estaba esa sonrisa suya. “
Luego las estrellas palidecieron y empezamos a reunir a pertrechar los burros y nos dispusimos a partir. Y me pregunté qué hubiera pensado Annie Steyn , si hubiera sabido que durante todos esos años había este hombre, mirando a las estrellas por la noche cuando el cielo estaba despejado, y soñando con sus labios y su cabello y su sonrisa. Pero tan pronto como me espabilaba, yo sabía la respuesta también. Por supuesto, Annie Steyn no podría pensar nada de Jan Ockerse. Nada en absoluto. Y, sin duda, Annie Steyn tenía razón.
Pero era extraño pensar que habíamos pasado una noche entera hablando de las estrellas. Y yo no sabía, hasta entonces, que era todo a causa de una historia de amor de hace mucho tiempo.
Subimos al carro y fuimos a la búsqueda del camino a casa.
“Yo sé que el maestro de escuela en la barra de Zeerust estaba totalmente equivocado…” Jan Ockerse dijo, por último, “cuando trató de explicar a qué distancia están las estrellas. La estrella de debajo de esas tres estrellas – ¡ah, se acaba desvanecer! – está muy cerca de mí. Sí, está muy cerca. “
*cafre. (Del port. cáfer[e], y este del ár. clás. kāfir, pagano). 1. adj. Habitante de la antigua colonia inglesa de Cafrería, en Sudáfrica.
Traducción propia del cuento: Starlight on the Veld, del libro “Mafeking Road and other stories” por Herman Charles Bosman
Y un extra para Annie Steyn:
Picture yourself in a boat on a river
With tangerine trees and marmalade skies
Somebody calls you, you answer quite slowly
A girl with kaleidoscope eyes
Cellophane flowers of yellow and green
Towering over your head
Look for the girl with the sun in her eyes
And she’s gone
Lucy in the sky with diamonds
Lucy in the sky with diamonds
Lucy in the sky with diamonds
Follow her down to a bridge by a fountain
Where rocking horse people eat marshmellow pies
Everyone smiles as you drift past the flowers
That grow so incredibly high
Newpaper taxis appear on the shore
Waiting to take you away
Climb in the back with your head in the clouds
And you’re gone
Lucy in the sky with diamonds
Lucy in the sky with diamonds
Lucy in the sky with diamonds
Picture yourself on a train in a station
With plasticine porters with looking glass ties
Suddenly someone is there at the turnstyle
The girl with the kaleidoscope eyes
Lucy in the sky with diamonds
Lucy in the sky with diamonds
Lucy in the sky with diamonds.